Tristes tiempos los que instalan la mentira en su escala de valores y el todo vale para conseguir el objetivo propuesto. Necia sociedad la que no sabe levantarse y reivindicar la verdad como bandera.
La mentira es la mayor de las injusticias que no sólo deja inerme al que la sufre, sino que destruye y pulveriza la sociedad en la que se instala y ese es el objetivo del Partido Popular: en su fuero más interno no aceptan la derrota democrática y se han propuesto acabar con la sociedad que los apartó del poder.
Basta con ver que los objetivos de sus ataques no sólo son Zapatero y el PSOE, también ERC, el BNG e, incluso, sus antiguos socios y aliados CiU i PNV. La soledad del PP en el Congreso no es casual, sino estratégica. Intentan y, casi lo están consiguiendo, volver a las dos Españas enfrentadas e irreconciliables y más tarde aparecer como salvadores del caos y el desorden. Son mezquinos, mala gente, perversos hasta la saciedad.
Su mayor ruindad es estar consiguiendo que la mentira ya no ofenda, que la ciudadanía la vea como un instrumento más y como un todo vale en la lucha por conseguir el poder.
Frente a ello es necesario un rearme de valores y resituar la verdad en el centro de los valores individuales y colectivos. Hace falta firmeza para combatir la obscenidad de la mentira y cerrar la boca de los predicadores del odio y el rencor.
La mentira crispa, crea desazón, miedo, atemoriza y convierte al ser humano en esclavo.
La verdad nos hace crecer, libres, ahuyenta los miedos y nos hace felices.
Tristes tiempos en que hablar de felicidad suena a ignorancia y en los que los listos son los mentirosos.
¿Tan difícil es elegir entre verdad y mentira, entre libertad y miedo?
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