viernes, octubre 06, 2017

El reducionismo de los nacionalismos

No ha transcurrido mucho tiempo desde que, en conversaciones en círculos próximo, uno advertía que la independencia tendría sonoras consecuencias sobre la economía y otros utilizaban los argumentos de los sentimientos para justificarla. Discusiones estériles pues ambas posiciones carecen de puntos de encuentros sobre los que articular un diálogo.
No puedo alegrarme de haber acertado o de decir "ya os lo dije" porque el final aún no está escrito y es del todo impredecible. Cualquier cosa puede suceder. Podemos repetir la historia de Estonia o de Montenegro o de Yugoslavia o algo similar al desmenbramiento de la URSS o podemos volver al punto de partida e incluso retroceder en el autogobierno. Desafortunadamente los humanos que tenemos potencial para crear nuevos átomos, para ver cómo se crea o desaparece una constelación o para conocer el modo de vida de nuestros más remotos antepasados, no somos capaces de anticipar el futuro inmediato de nuestras acciones cotidianas, ya sean individuales o colectivas.
Nuestros análisis está condicionados por flujos constantes de información inútil e innecesaria que lejos de ayudarnos a saber lo que pasa emborronan la realidad que nos envuelve. La racionalidad es la primera víctima de los propagandistas que nos sumergen en un lanzamiento permanente de informaciones y contrainformaciones sesgadas por los intereses de los bandos que se disputan la supremacía y el control de la sociedad.
El paroxismo, entendido como exaltación extrema de los afectos y pasiones (RAE), bajo el que nos encontramos en un ácido que disuelve la razón. El marasmo en que nos han hundido-en su acepción de suspensión, paralización, inmovilidad en lo moral o en lo físic- es una evidencia incuestionable. Las palabras, las ideas que deberían fluir libremente están contenidas por el dique de los pleonasmos, es decir, por la demasía y/o redundancia viciosa de las palabras. Este, y no otro, es el escenario sobre el que losnacionalismos construyen sus discursos y "relatos".  
Todo cuanto acontece es inmediatamente replicado por unos y otros, amplificando o minimizando sus postulados, ensalzando o criticando su finalidades,... Es una noria que no cesa de girar y que no deja tiempo para pensar; es una gota malaya que, lenta e inexorablemente, ahonda diferencias y crea suspicacias, recelos y temores. Es tanta la información a procesar que nuestras neuronas estan próximas a sobresaturarse
Y todo ello es consecuencia del dominio de la hegemonía ideológica de la derecha -de aquí y de alli y ambas son la misma cosa- y la ausencia, a la que tan acostumbrados nos tiene la izquierda institucional e institucionalizada, incluidas las fuerzas recién llegadas, ya que tampoco han logrado articular un discurso propio y han tratado de situarse en una posición equidistante apelando al diálogo y a la negociación, en lugar de articular una alternativa.
Creo que es una evidencia histórica que los nacionalismo se alimentan bajo en un principio de acción-reacción constante y acelerado. Algo que, si observamos el momento actual, está dando lugar a un resurgimiento de los movimientos fascistas dentro y fuera de nuestras fronteras. Para quién lo dude ahí está lo acaecido y el crecimento de la extrema derecha -con el voto de las urnas- en EE.UU., Polonia, Hungría, Reino Unido, Francia, Filipinas, Turquía, Alemania... Asistimos a un renacimiento de las fuerzas políticas mas tenebrosas, las mismas que llevaron a la humanidad a las dos últimas guerras mundiales y las mismas que provocaron la guerra civil española.
No ignoro, y es algo que me alegra profundamente, que durante todo este proceso ha habido intelectuales que han mirado más allá de la contigencia, y sus análisis, diluidos en el fragor de esta contienda, acabarán por alumbrar una salida que realmente no beneficie a todas las personas.
De todo lo expuesto, y de lo que no he llegado a plasmar, creo que puede colegirse que el discurso social, político y económico se encuentra reducido a la teoría y práctica que los nacionalismos han impuesto. Tras el pensamiento único del neolibralismo hoy toca el pensamiento único del nacionalismo y, tal vez, no sepamos decifrar las claves de como ambos han logrado relegar a la izquierda a un rincón en el qui ni piensa, ni se rebela.
La derecha está ganando una batalla, pero el combate aún no tiene vencedores.

martes, septiembre 05, 2017

Menos demagogia y más lírica

Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre... (León Felipe)


Vivimos tiempos en los que todo son cuentos, en los que la mentira ha acabado volviéndose verdad y las verdaderas intenciones se esconden con eufemismos que pueden sonar bien, pero cuando hablan de paz quieren decir guerra.
El "procés" es una trinchera cavada por indepes y unionistas. Es una enorme trampa dialéctica que carcome los cimientos de la convivencia de una sociedad que mira incrédula y escèptica a quienes, por puro egoismo y afán de poder y dominación, no dejan de lanzarse diatribas cargadas de intereses espurios por un mal contabilizado beneficio electoral. Los "unos" y los "otros" cargan su vocabulario de dardos envenenados, al mismo tiempo, ambos se proclaman defensores de la libertad mientras el ciudadano común, el que cada dia va a trabajar o intenta buscarlo, los observa incrédulo y mira para otro lado.
Pero esto no es algo exclusivo de España o de Cataluña, ni tan siquiera de regímenes dictatoriales. ¿Qué tienen en común Donald Trump y su "América first", Teresa May y su brexit, Rodrigo Duterte y su incitación constante a la violencia y al asesinato, Viktor Oban y sus vallas antiemigración, Beate Szydlo y su perversión del estado de derecho, o Tayyip Erdogan y su persecución de todo y de todos los que no esten con él?. Todos fueron elegidos mediante procesos democráticos a los que nada hay que objetar, pero todos ellos mintieron cuando decían defender a los mas débiles y combatir a los poderosos  ocultando sus verdaderas intenciones.
Las urnas y la democracia no son el peligro ni la causa de sus desatinos peros a veces, en su nombre pueden cometerse las mayores aberracciones y abusos y solo hay una manera de enfrentarse a este peligro: teniendo pueblos y personas informadas, anteponiendo el debate a las banderas y la verdad a la demagogia. Mucho me temo que tras algunas peticiones de urnas y solo de urnas sin un diálogo previo se amaguen intenciones inconfesbles y mentiras como las que llevaron a la ciudadania de Gran Bretaña a votar su salida de la UE.

Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me supo levantar.

En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado.(George Brassens) 


Existe un nexo común entre todos los nacionalismos, independientemente de la bandera que enarbolen: la supremacía, creerse mejores y superiores a los "otros", siendo los "otros" un enemigo al que se ha de vencer y destruir. Y en esas estamos. La racionalidad es sustituida por la más terrible de las ambiciones: ser los dueños de un territorio para imponer su doctrina y dognas.
El pensamiento nacionalista se enmascara tras verdades absolutas no sujetas a la crítica de la razón. Es dogmático y se presenta como tabla de salvación. Su mesianismo, místico y redentor, no admite al hereje, al distinto.
¿Quiere decir todo ello que los independentistas son el enemigo? No, tomados de uno en uno sé que creen que su propuesta hará de este un mundo mejor y más justo, más equilibrado y respetuoso con todo y con todos. ¿Donde radica pues la matriz del problema? En la falacia de los dogmas que desvían la atención de los verdaderos problemas. ¿Cual es el auténtico problema? Mientras para unos solo existe precariedad, salarios injustos, recortes de las políticas sociales, merma de los derechos y libertades; para otros, para los poderosos no existen límites para su ambición, todo les está permitido y justificado y además nos los presentan como el modelo a seguir.
Tal vez, deberíamos pararnos, reflexionar y preguntar a las personas que tenemos cerca cual es la verdadera dimensión de sus problemas, cuales son los temores que les impiden vivir felices. A lo mejor, tal vez, la solución no sea una patria acotada a un territorio, sino la de los que viven oprimidos por la injusticia.

Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.