martes, noviembre 06, 2012

El socialismo español -y catalán- ¿en caída libre?

Esta es la crónica de un desatre anunciado. Elección tras elección y encuesta tras encuesta los socialistas españoles, en todas las comunidades autónomas, nos deslizamos por una pendiente en la que no se vislumbra el final.
Algunos señalan a los medios como los culpables, otros porfían en la mala política comunicativa del partido y todos se consuelan relatando la sarta de corrpciones e incumplimientos de los otros partidos y se aferran a esta tabla como si en ella estuviera la salvación. Pero, no es ahí donde está la salida del pozo en el que nos encontramos, sino en la recuperación de la credibilidad y del discurso ilusionante. No nos puede, ni debe, consolar el desastre de la corrupción que asola al PP en los cuatro puntos cardinales del nuestro país, ni la mentiras mesiánicas de los nacionalistas de nuevo y viejo cuño, ni sus incumplimientos electorales, porque la única verdad de que flota sobre ellos y sobre nosotros es que la ciudadanía continúa alejándose de la política y para quien no quiera creerlo que mire el ascenso ininterrumplido de la abstención, los votos en blanco y los votos nulos.

Aumenta el escepticismo hacia la política
El problema y la solución está en la respuesta a ¿por qué la ciudadanía se aleja de los partidos? ¿por qué cada dia aumenta el escepticismo y la desconfianza hacia los políticos?.
Pretender dar una respuesta a ambas cuestiones es más cuestión de un tratado completo que de un post, pero intentaré apuntar algunos elementos para la reflexión. En primer lugar hay que distinguir el desigual comportamiento de las izquierda y de la derecha. Mientras la primera sufre un desgaste mínimo porque su electorado se mantine fiel, la segunda sufre una sangría permanente y la razón es casi de perogrullo: mantienen un hilo argumental constante contra la izquierda como la causante de todos los males y, al mismo tiempo, han sabido crear en el imaginario colectivo que las políticas económicas que nos llevaron a la crisis son las que nos salvarán del desastre.
Esto no habría sido posible sin la complicidad de una izquierda huérfana de alternativas, sin un Zapatero (y el resto de líderes) que abrazaron sin rechistar las políticas económicas de Merkel & Cia. Suyos hicieron los principios de la austeridad y de los recortes en gastos sociales, en infraesteructuras, en ciencia,... y de aquellos polvos estos lodos.
Se hicieron los sordos ante el clamor que pedía señalar y encausar a los verdaderos responsables de la crisis, se rindieron a las políticas egoistas y neoliberales, ignoraron a los que argumentaban que ese era el camino hacia el desastre económico y social y la ciudadanía observó estupefacta como se salvaban a los bancos, mientras perecían las personas que se quedaban sin casa, sin trabajo y sin futuro.
De la doctrina del shock se pasó a la doctrina del miedo. Y esta es la semilla de las ideologías totalitarias, un peligro que nos acecha y que ignoramos mirando hacia otro lado en lugar de observarnos en el espejo griego.
Este bosquejo de actitudes y comportamientos no puede dar otro resultado que el escepticismo. Quien ayer se sentía seguro e ilusionado hoy se encuentra instalado en el desánimo. Los mismos que habían visto como su vida era mejor que la de sus padres, hoy ven que el futuro de sus hijos sólo puede ir a peor. Los que antaño -hace menos de un lustro- confíaban en el discurso ilusionante de unos políticos que nos prometían un "mundo feliz", hoy sólo escuchan que "han vivido por encima de sus posibilidades".
Recorte a recorte la ilusión se ha esfumado mientras las "casta política" parece vivir aislada en una torre de cristal que la aisla de los problemas cotidianos para subsistir.

Pedir perdon para recuperar la credibilidad
La ciudadanía se ha hartado. Los más jóvenes se rebelan y protestan, se organizan, del 15M pasaron a llamar a rodear el Congreso, ocupan bancos para protestar por la flagrante injusticia de los deshaucios, piden más y mejor democracia.
Encontrar un trabajo es una entelequia y de nuevo nos invitan a hacer la maleta y marcharnos a otros países, la pobreza se dispara, la sanidad y la educación dejan de ser derechos universales, la igualdad de oportunidades es una entelequia, al frente de lo público se pone a defensores de lo privado,... y la izquierda sigue sin un discurso que articule este malestar creciente y estas ansias de recuperar la ilusión y la esperanza.
Son necesarios dos gestos valientes: el primero, pedir perdon por todo lo que hemos hecho mal; el segundo, acabar con los que viven y se enriquecen con la política.
El primero se consigue con una acto sincero de humildad, el segundo es más complejo porque son muchos los factores que intervienen: transparencia, proximidad de electos con los electores, hay que vivir para la política y no vivir de la política,... Son necesarios cambios legislativos y éticos, los corruptos no pueden quedar impunes ni sus procesos ser dilatados indefinidamente, hay que limitar los mandatos para evitar convertir el cargo en una propiedad del partido o del electo, hay que poner fin a la obsolecencia de los partidos y arrebatar el poder de sus maquinarias para traspasarlo a la ciudadanía ...
Hay que salir a la calle y escuchar y dar respuesta a los problemas y a las ilusiones individuales y colectivas. Sólo así se recuperará la credibilidad y se restaurará la nobleza de la política.

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