¡Ay! Me duelen los mercados. Se que me engañan, que me son infieles y me piden que los siga queriendo, que son lo mejor, bueno, lo único. No se porqué esto me recuerda a los antiguos matrimonios en la que había que soportar todas las infidelidades, vilezas y atropellos porque el santo sacramento era indisoluble. Y acabaré como aquellas mujeres maltratadas que acababan acaeptando que el marido les pegaba porque las quería.
Pero, mira, hoy me he levantado pelin cabreado porque ayer me volvieron a engañar con la deuda, con los especuladores que abusan de los que creen débiles y he decidido contarle a todo el mundo, es un decir, ya se que son pocos los que me leen, que los mercados me flagelan, me castigan, quieren doblegar mi voluntad y que reconozca que me quieren y que lo que hacen lo hacen por mi bien, que sin ellos no podría vivir y que todo lo que tengo se lo debo a ellos.
Creo que soy víctima de una agresión. Que la violencia financiera cada día me empobrece y atemoriza más. Sufro y me despierto angustiado por un futuro lúgubre ante el que me siento inerme, solo, sin nadie a quien recurrir o pedir amparo. Es una lucha desigual, sin tregua, que me zarandea y acojona porque hasta mis vecinas me dicen que aguante, que los comprenda, que no hay alternativa.
Hoy he salido con el ojo amoratado y diversas magulladuras, así que sin encomendarme ni a Dios ni al Diablo he decidido pedir el divorcio, la separación y una orden de alejamiento del maltratador, pero no he encontrado ley a la que acogerme, ni juez que admita mi denuncia, ni defensor que se haga cargo de mi caso.
Me han recetado una dosis de resignación, un tratamiento intensivo de paciencia, que ponga la otra mejilla y que rece por ellos porque según me cuentan está escrito que "es mas dificil que un rico entre en el reino de los cielos que un camello pase por el ojo de una aguja".
No sé si habrá cielo, soy un descreido y tengo una sola certeza: que el infierno me lo estan haciendo pasar ahora y aquí, que me estan birlando lo que era mio y que no me callaran mientras me quede voz.
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