Si las consideramos finalidad, la lógica nos lleva a determinar que todo cuanto hacemos esta al servicio de las necesidades del ser humano para procurarle mayor bienestar y felicidad; si, por el contrario, las personas son sólo un medio deberemos ser conscientes que deben ser apartadas en cuanto no sean útiles.
Son dos concepciones tan antiguas como la propia humanidad: una, se basa en que todos los seres humanos son iguales y con los mismos derechos; la otra, afirma que cada uno tiene lo que es capaz de conseguir. Ello da lugar a dos corrientes de pensamiento diferenciadas: la de los que tratan de equilibrar las desigualdades mediante la redistribución de la riqueza, y la que mantiene que el esfuerzo debe orientarse a la acumulación individual de riqueza y poder.
Fijémonos en el aserto el pobre no nace, se hace. Sólo es pobre quien no quiere o no es capaz de ser otra cosa. Es un enunciado que ha adquirido categoría universal impregnando todas las estructuras del pensamiento actual. Para unos, los neoliberales, es una verdad absoluta, incuestionable; para otros, incluidos extensos sectores de la izquierda, en nombre del pragmatismo, comienza a ser una verdad a tener en cuenta.
No estamos ante una cuestión baladí, sino de fondo, ya que anima y configura el pensamiento y la toma de posición de cada uno de nosotros. Es la consecuencia del papel central que la economía ha asumido y del desplazamiento del ser humano como eje vertebrador de la actividad.
El motor del progreso económico de nuestras sociedades se basaba en conseguir satisfacer las necesidades de las personas, el trabajo era la actividad principal para conseguirlo, sin embargo, este orden natural ha cambiado y ha puesto en primer término las necesidades de las empresas, sobre todo, la del beneficio económico de unos pocos (propietarios, accionistas y altos ejecutivos).
Volviendo a la pregunta inicial y aceptando, como parece evidente, que vivimos en un momento en el que las personas son meros medios para alcanzar unos resultados, hemos de exponer algunos de los efectos de la puesta en práctica de estos principios. Un medio es un instrumento valorado en términos de rentabilidad económica al que aplicamos un precio y consignamos en una partida contable. De esta manera, la persona pasa a ser una cifra, el saldo contable entre gastos e ingresos y cuando este es negativo deja de ser rentable y, por lo tanto, amortizable y prescindible.
En una sociedad basada en el economicismo, en el precio en lugar del valor, el ser humano es desposeído de su principal valor y esencia: de su dignidaabd. El trajo pierde la categoría de función social y se transforma en producto de mercado.
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